martes, 31 de enero de 2012

de las cenizas* I

Hace nueve meses que no salimos de casa, que corrimos por las calles a encerrarnos, a escaparnos de la ceniza amarilla que empezó a llover sobre parques y plazas, y sobre el mar.
Son nueve meses en los que nada nos pasa, salvo el latido de un  malestar que nació y crece en cierto punto de nuestros cuerpos, sin saber precisar en cuál. 
Varias veces al día, abrimos levemente las ventanas para espiar las casas linderas y verlos a ellos, a nuestros vecinos, encerrados como nosotros en su asfixia amarilla, y respiramos un olor extraño, que suponemos sea el de la furia.
Hace nueve meses esa lluvia impalpable mató las flores; después, fueron desapareciendo los pájaros (algunos emigraron, otros, los más, murieron en las puertas y en los patios), y las mujeres dejamos de parir. 
Ahora estamos poniendo a salvo los libros, envolviéndolos uno por uno antes de sellar la interminable biblioteca.
No sabemos qué haremos después, además del sencillo y cotidiano acto de odiarnos.


Ojalá sueñen, ojalá sueñen con flores blancas*



lunes, 23 de enero de 2012

*

siento la despertenencia
y me inunda el vacío
(tantas veces hubo un cielo imaginado)
yo no soy yo
soy el otro lado
el puente interminable
la mano que no alcanzo
la mirada yéndose de mí.
desconozco el regreso a los jazmines
olvidé trazar caminos


rearmar la historia*



domingo, 15 de enero de 2012

disparador (cuentos de Lila- xxx)

no sé por qué estoy mirando esta foto. en ella estamos mi madre y yo. 
no sé por qué doy vuelta la foto y leo en su reverso una fecha escrita por mí: la del día de mi décimo cumpleaños.
mi madre y yo en la distancia. mi madre con treinta años y un peinado a la moda y sus manos cruzadas hacia adelante sosteniendo algo que no logro distinguir. mi madre con treinta años y su mirada baja y una sonrisa que es apenas un esbozo.
yo estoy a su lado y tengo casi su altura. sonrío a la cámara provocándola con mis diez años ya adolescentes y mi melena corta y enrulada.
mi madre y yo llevamos vestidos parecidos, livianos, sin mangas; lazo en la cintura el de ella, cinturón en la cadera el mío. no recuerdo el color de su vestido. el mío era de cuadros pequeños blancos y azules.
detrás nuestro se extiende el jardín, que reconozco voluptuoso de verano. sé que allá atrás está el jazminero, aunque no se lo vea en la foto.
nos rodea un anillo de luz, nacido del tiempo o de una mala toma. 
recuerdo que fue mi padre quien sacó la foto.
no recuerdo si ese día vinieron los primos o solamente las amigas.
no recuerdo si mi madre estaba (era?) feliz.
no sé por qué estoy mirando esta foto, no sé por qué la encontré en el fondo de este cajón si lo que yo buscaba era otra cosa.

Lila guardó lo que buscaba en su bolso que cruzó en bandolera y salió. 
la foto voló hacia el fondo del cajón*


domingo, 8 de enero de 2012

+

el río crece en la ciudad de la memoria
fluye, se adentra y dibuja el laberinto de
voces y señales que apenas vislumbro
avanza el ruido de agua
(caricia y látigo)
y un violín
y una estrella
y una magnolia
y una noche insomne en la ventana
y el viento
y el verano enloquecido.

y el exilio de mí+